Poemas seleccionados

Los siguientes poemas de Xavier Oquendo constituyen la base desde la cual se inventarán los relatos.

.....................


Mi abuelo y mi abuela
tenían un caminar maduro.
Ella, pausada en el galope;
él, acelerado y discurrido.

Caminaban, mirando la última huella
que había dejado el animal de turno.
Ella seguía el paso del hombre
como una secuencia natural.

El río de mi abuelo
y de mi abuela
no se parece al Guadalquivir
ni al Guayas.
Es un río de piedra que desciende
sobre las sendas
que faltan por conocer
y adentrarse.

Mi abuela nada tiene que ver
con la abuela de Perencejo.
Perencejo no tiene esos senderos
ni ese paso seguro y lento.
El abuelo de Fulano
no conoce el camino que mi abuelo guarda
en el bolsillo:
sendero extraviado
entre la menta y el "king" sin filtro
que olían sus pantalones.

Mi abuelo se parece a los astros.
Mi abuela es un astro.
Mi abuelo se parece a mi abuela
y los dos a las estrellas.

Nada tienen del Guayas ni del Guadalquivir.
Ni de los viejos Fulano y Perencejo.
Los miramos
a través de las radiografías de sus huellas.
Miramos sus sendas como esfinges
que heredamos para practicar la fe.
Nada tienen que ver con mis zapatos torcidos.

Caminaron, los dos, el valle hasta la muerte.
Son un río que esconde a las aguas
debajo de las piedras.

De EL (AN)VERSO DE LAS ESQUINAS (1996)



LA INVISIBLE

Hay alguien,
en otro lugar,
que me mira como espejo.
Que se pone a hacerme muecas
en el borde.
Que se pasea por mí
como epidemia.
Me sigue a los labios,
a las narices,
a las penas.
Hay alguien que quiere enamorarse de mí
como si fuera actor de cine,
como si no hubieran más domingos
para el parque,
como si el juicio final
tuviera sentencia.
Hay alguien que camina por las calles,
pero en la vereda de enfrente
hay mucho tráfico,
y la pierdo.

De DESPUÉS DE LA CAZA (1998)






CACERÍA

Decidimos tener novias. Ir a cazar, de entre las fieras, la que más cercana se halle a nuestro barrio. La que logre aposentarse en nuestras ansias.
Pero la libertad del viento y unos tragos nos atrapan. Atrás quedan las muchachas vestidas de amarillo. El deseo se opaca.
Somos los feos que buscamos la flor en la orilla del charco.

Ya no hay a quien cazar en esta noche.

Y Quevedo es un montón de mentiras: solo es el polvo y ya no el enamorado.





De ESTO FUIMOS EN LA FELICIDAD (2009)

0 comentarios:

Publicar un comentario