Primavera
Doménica Aguilar Karolys 
Hay momentos en los que el corazón se para y todo el tiempo del mundo pareciera caber en un minuto, en un beso, en una caricia….  Hay instantes en que la vida se escapa de golpe y nos resignamos al olvido como destino infalible, porque para una Geisha el amor es tarea pendiente.
Miré la blanca puerta salpicada de rosas, tomé una fuerte bocanada de aire y la corrí. Frente a mí encontré un torso desnudo. Mis ojos se elevaron hasta chocar con los del dueño de aquel cuerpo. Sentí el rubor correrse por mis mejillas, sus ojos desprendían un brillo juvenil, mientras mi piel arrugada se escondía tras mi viejo abanico. Un espasmo de inusual vergüenza recorrió mi cuerpo. En mi trabajo la vergüenza debía dejarse de lado, pero la jovialidad que percibía en ese rostro hizo que mi cuerpo se estremeciera. Encontré entonces en él un recuerdo fugaz que poco a poco se convirtió en una escena clara del pasado.
Había salido a dar una vuelta, el aire de la primavera rozaba mis mejillas, mientras  secaba el sudor de la jornada diaria que me cubría desde la frente hasta las piernas. Me detuve frente a un pequeño estanque, era un lugar tranquilo en el que podía descansar del ruido del hogar, mi hogar. Mirar los nenúfares me distraía y permitía que mi cuerpo descansase. Me senté en una banca de piedra, junté mis piernas, el calor de mis muslos rozándose era simplemente acogedor. Me levanté y con un caminar lento me acerqué al estanque, asenté mis rodillas en el césped y mis ojos se dirigieron al reflejo en el agua, me veía cansada, con el maquillaje perfecto que escondía la tristeza de mi rostro. De pronto, otra silueta se dibujó junto a la mía en el agua, era un rostro masculino de rasgos finos, alcé súbitamente la mirada y me encontré con unos ojos destellantes, llevaba un pequeño trébol que amenazaba con desmayarse entre sus dedos.
Me acercó la pequeña planta, se veía algo marchita pero conservaba sus cuatro hojas intactas. Lo miré desconcertada ¿Cómo un joven tan apuesto podía entregarle obsequios a alguien como yo? Me miró sonriente y articuló una frase que sigue rondando mi cabeza _Quisiera atrapar el reflejo del agua y llevarlo conmigo, no solo hoy, llevarlo para toda la vida_. Me sobresalté y contesté con la mayor verdad, simulando no haber oído nada y agitando con mis dedos el agua del estanque _Lástima que el agua puede volverse turbia y con ella también el reflejo que enmarca._ Me erguí y giré para retomar mi marcha, él me tomó de la mano _Permítame acompañarla a su casa_. Sonreí, aun dándole las espaldas; nerviosa ante aquella idea le dije _Mire… no dudo que  mi hogar lo reciba como se merece, pero sí dudo que usted se atreva a entrar. En casa se siente como la selva,  las mujeres somos las más indefensas, aun así siempre logramos convencer con una pose_ soltó mi mano, lo miré por el filo del hombro, sus labios se abrieron _Si usted está aquí mañana estoy dispuesto a todo_.
Volví a la habitación, a sus paredes rojas y sus lámparas de papel. Frente a mí seguía aquel torso desnudo. Acerqué su rostro a mi pecho, no supe si amamantarlo como madre o como hembra. Su ser recorrió el mío y el calor de su cuerpo me hizo recodar un candor pasado. Desde entonces, cada domingo a la misma hora, nos encontrábamos bajo el cerezo blanco junto al estanque en el que nos vimos por primera vez… Bajo ese árbol me sentía pura, limpia, él se acostaba en mi regazo y su calor me hacía sentir segura. Juntos podíamos observar el mundo a nuestro gusto y no como ellos deseaban que fuera.
Hace varios años que había olvidado su nombre,  ahora era solo una estrella fugaz que viajaba en su mente. Sentía la necesidad de recordar ese nombre, entonces lo apartó de su pecho,  miró con atención su rostro,  aquellos rasgos eran familiares, le recordaban a aquel primer amor de hace cuarenta años, al trébol que tenía guardado en una pequeña caja dentro de su armario. Soltó entonces cuatro palabras -¿Cuál es tu nombre?-, en situaciones diferentes esa pregunta jamás se hubiera hecho, pero este era un caso especial. El joven contestó jadeando –Haru-, una lágrima rodó por la mejilla llena de arrugas limpiando el polvo blanco a su paso. Lloró al recordar a su primer amor, al pensar que el joven que ahora se encontraba sobre ella podría haber sido aquel  hijo añorado producto del gran amor que conoció en una primavera.


DOMÉNICA AGUILAR KAROLYS
Ganadora Interpretatio 2018

El jurado calificador de los relatos para el Concurso Nacional de Relato Interpretatio 2018, estuvo integrado por los siguientes profesores de la Universidad San Francisco de Quito:


Christopher Minster. 
Ph.D. en Espanol y literatura colonial, the Ohio State University, USA
MA en Espanol y literatura chicana, University of Montana, USA

Gabriela Rota Loiseau

Profesor de Literatura

M.A. en Literatura Hispanoamericana, University of Texas at Austin, Estados Unidos

B.A. Plan II Honors Program. University of Texas at Austin

Iván Ulchur

Profesor de Literatura Hispanoamericana
Ph.D. en Literatura Hispanoamericana, University of Texas at Austin


Jorge García
Ph.D. en literatura hispanoamericana, Universidad de Texas en Austin, Estados Unidos 
MA en Filosofía y literatura, Universitat Pompeu Fabra, España
MS Comunicación Internacional, Tecnológico de Monterrey, Campus Monterrey, México


María Auxiliadora Balladares
B.A. en Sociología y B.A. en Artes Liberales, Universidad San Francisco de Quito, Ecuador
Magíster en Literatura, Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Ecuador
Ph.D. (c) en Literatura hispanoamericana, University of Pittsburgh, Estados Unidos de América


Ruth Rodríguez 

B.A. Literatura  
Magíster  en Educación. 
Magíster en Estudios Humanísticos, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores Monterrey, México

IVÁN OÑATE



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(Ecuador,  1948), cursó estudios universitarios en Ecuador, Argentina y España, en la Universidad Autónoma de Barcelona.

Parte de su obra ha sido traducida al alemán, francés, inglés, portugués, griego, polaco e italiano.

Profesor de Semiótica y Literatura Hispanoamericana en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central del Ecuador.

Ha publicado: Estadía Poética (Argentina, 1968); En Casa del Ahorcado, traducido al inglés por Steven White y al italiano por Walter Dusi (1977); El Ángel Ajeno (1983); Anatomía del Vacío (1988); El Fulgor de los Desollados (1992); La Canción de mi Compañero de Celda (1995). La Nada Sagrada (1998); La Frontera (Arquitrave, Colombia 2006); El País de las Tinieblas (México, 2008).

Consta en la Anthologie de la littérature hispano-américaine du XXe siècle (Francia, 1993); Erzählungen aus Spanisch Amerika -Cuentos hispanoamericanos- (Alemania,1992); Antología de la poesía cósmica (México, 1996); Diez cuentistas ecuatorianos (inglés, 1993); Doce cuentistas ecuatorianos (alemán, 1995); Veintiún cuentistas ecuatorianos (francés, 1996). Antología básica del cuento ecuatoriano (1998); Poesía viva del Ecuador siglo XX (1990); La palabra perdurable (1991); Diccionario de la literatura ecuatoriana (1980); Índice de la narrativa ecuatoriana (1992); Los libros en mi vida (1995); Del vanguardismo hasta el 50 (1999); Toreo de Salón (Francia, 2005); Antología de la poesía latinoamericana al siglo XXI (España, 2007); Pasión de papel -Antología de cuento- (Madrid, 2007).

Han leído, comentado su obra y ha sido profesor invitado en universidades como Westminster, King´s College, University of London, Texas A&M University, The Florida State University, George Mason of Washington, Lovaina, Lieja, Lille, Universidad Autónoma de Nuevo León, Universidad Internacional del Valle de México, Universidad Regiomontana. 
Poemas de  Iván Oñate

Sirvieron de base para la elaboración de los relatos participantes en el Concurso de Relato Interpretatio 2018.









EL ÁNGEL AJENO

Ángel, cuando di con tu vida
yo era un hombre que venía de alguna mujer y
de dos libros
que encontré en alguna cama y sin asombro
los perdí en alguna otra.  Ahora soy una disculpa.
Confío que eso quiera decir algo, este momento
que no quisiera decir nada.

De cuando en cuando y de vez en revés
suelo caer a este cuaderno abierto
para escapar de la duración de una lluvia,
de un dolor o de la duración de mi vida. ¡Pero basta!

Es demasiado mío y demasiado cursi
Lamentarse a estas alturas de la noche y
en un puerto del Mediterráneo
donde sin buscar nada
encuentro que he perdido un diente.
seguro que lo perdí el domingo
mientras te mordía el  corazón en un sueño.

Sabes, hoy volví a cruzarme con el hombre
que  amenaza hacer un libro con su vida. Agobiado
por tanto ejemplo, terminaré por hacer el mío
embarcado en una borrachera que aún no encuentro.

Seguramente
tendrá la duración de una línea en la palma de tu mano,
o la petrificada juventud
de una estatua
cayendo eterna
a la noche,
a mi vejez,
a la ascendente espuma de la niebla.
O mejor,
te contaría la historia de un muchacho
que se soñó James Dean
y de todo ese juego, lo único que ocurrió
fue que lo encontraran una mañana
crucificado al madero horizontal
de una carabina treinta treinta.
Debería recordar la historia de aquel muchacho
si me tomara en serio, un poco.

Ángel,
te mentiría asquerosamente
si te prometiera que mañana continúo esto. Conozco
alguien lo suficientemente despreocupado y loco
y le he hablado tantas veces de matarme, que temo
una de estas noches
hundiéndose en la ciudad
tomará el último metro y besando un cuchillo de cocina
como a un hijo que está a punto de morir,
me buscará el pecho
y sin perturbarme el sueño, de tan buena gente,
se cargará con el infierno que a mí me pertenece.

Pero,
no hablemos todavía de eso,
aún queda tiempo para una buena causa, mañana
mismo
por medio de la página del lector
voy a ofrecerme para un fornique a beneficencia,

No estaría mal
el Coliseo romano, el Luna Park de Buenos Aires o
el prostíbulo desesperado
donde alguien me prestará su cuerpo
y con amargos empujones
agonizaré plenamente. Total,
será una carta más que se pierde, un
sueño menos en la lista, como el invierno atroz
que a Carolina de Mónaco
le envié mi corazón envuelto en un periódico
a cambio de su fotografía.

¡Dios!
Cuándo ocurrió esto que soy ahora.  Cuántas veces,
en temibles hoteles, en negras bodegas
que cruzan el océano
me he visto arrancarme de la cama y
quejándome apenas
como para no mezclarme en el sueño de los otros
he llegado hasta un servicio higiénico
y al igual que cientos, miles de desgraciados
con gruesas lágrimas de miel de abeja, he comprobado
que fui feliz en el horóscopo de algún día,
en alguna parte.

Ángel, Ángel,
a esta altura del día o de la noche
ya no se quién eres,
Solo hay un vacío
una silueta de luz
de alguien que en este instante abandonó la pieza.




EUROPA




Me voy a Europa,
¿sabes?

Voy a recorrer sus desoladas plazas, a
perderme
entre su gente y su pasado,
que ya no veré
porque habrá niebla. A hundirme

entre sus espectáculos abandonados, tro-
pezando con naranjas chupadas, plátanos y
boletos consumidos
porque la función ha terminado. Y habrá
en el aire
un rumor a vacío, a noche
que se me aproxima definitivamente.

Me voy
porque ya es la hora, la justa hora
de contraer
en la mitad del mar
una obsesión, o una tos,
que no me abandone nunca.





Biografía apócrifa de Borges

 a María Esther Vázquez



Madre
apiádate de Borges
el enamorado. Cuídalo
que no resbale. Tu niño está preso
de la peor de las cegueras,
esa que permite ver la luz
del otro lado, de todo
lado.

Luz que no pudieron sospechar
y peor
tocar las palabras.

Ayúdalo a vencer
los oscuros temores
que heredamos en la sangre y
esos otros,
más profundos y terribles,
que se esconden entre las páginas
de los libros.

Madre
consuélalo por la fatiga,
por el insensato propósito
de renunciar a ser Borges, aquel
en cuyos brazos
jamás desfalleció la mujer amada.

Anúnciale
que los materiales de un poeta
son la humillación y la angustia.
La convicción inexorable
de un destino desdichado.

Recuérdale
que conocerá la gloria. A su alrededor
se levantará un universo, un mundo
embellecido por su álgebra y por su fuego,
una ciudad
querida y detestada.

Una ciudad
donde millones de seres
tomarán el ascensor o el subterráneo
pero con la certeza
de haber perdido su destino.

Una ciudad
donde existe la única mujer. La única.
Y ella no lo ama.






LA CASA DE LAS GHEISHAS VIEJAS


 


Geishas viejas
desdentadas

Muñecas de porcelana
trizada

Belleza hecha añicos contra la pared
de la vida
por la implacable mano del tiempo

Muñecas
que en su día
fueron las criaturas más hermosas de la tierra
y por cuyo arte
suspiraron en secreto
los príncipes y los imperios

Ahora
reían a carcajadas
con sus caras enharinadas

Reían
mostrando sin ningún pudor
los huecos de los dientes caídos

Reían
mientras por sus mejillas
rodaba el tizne de las pestañas
hasta mezclarse
con el rojo violento de los labios

Reían
mientras sus manos
abrían la bragueta de algún mozalbete
entregado
a cambio de una sopa
por el abuelo

Reían
mientras sorbían el semen
con la esperanza
de rejuvenecer
como flores de una prodigiosa
primavera

Sorbían
con la misma fruición que el viejo
sentado en un rincón de la cocina
chupaba la médula
del joven hueso de una paloma
imaginaria

Sorbían
hasta sentir
que el cerebro del muchacho
bajaba alegremente
por las cañerías del espinazo asombrado

Viejas gheishas
que eructaban con lascivia
el fin de la vida.








EL ÁNGEL AJENO

Ángel, cuando di con tu vida
yo era un hombre que venía de alguna mujer y
de dos libros
que encontré en alguna cama y sin asombro
los perdí en alguna otra.  Ahora soy una disculpa.
Confío que eso quiera decir algo, este momento
que no quisiera decir nada.

De cuando en cuando y de vez en revés
suelo caer a este cuaderno abierto
para escapar de la duración de una lluvia,
de un dolor o de la duración de mi vida. ¡Pero basta!

Es demasiado mío y demasiado cursi
Lamentarse a estas alturas de la noche y
en un puerto del Mediterráneo
donde sin buscar nada
encuentro que he perdido un diente.
seguro que lo perdí el domingo
mientras te mordía el  corazón en un sueño.

Sabes, hoy volví a cruzarme con el hombre
que  amenaza hacer un libro con su vida. Agobiado
por tanto ejemplo, terminaré por hacer el mío
embarcado en una borrachera que aún no encuentro.

Seguramente
tendrá la duración de una línea en la palma de tu mano,
o la petrificada juventud
de una estatua
cayendo eterna
a la noche,
a mi vejez,
a la ascendente espuma de la niebla.
O mejor,
te contaría la historia de un muchacho
que se soñó James Dean
y de todo ese juego, lo único que ocurrió
fue que lo encontraran una mañana
crucificado al madero horizontal
de una carabina treinta treinta.
Debería recordar la historia de aquel muchacho
si me tomara en serio, un poco.

Ángel,
te mentiría asquerosamente
si te prometiera que mañana continúo esto. Conozco
alguien lo suficientemente despreocupado y loco
y le he hablado tantas veces de matarme, que temo
una de estas noches
hundiéndose en la ciudad
tomará el último metro y besando un cuchillo de cocina
como a un hijo que está a punto de morir,
me buscará el pecho
y sin perturbarme el sueño, de tan buena gente,
se cargará con el infierno que a mí me pertenece.

Pero,
no hablemos todavía de eso,
aún queda tiempo para una buena causa, mañana
mismo
por medio de la página del lector
voy a ofrecerme para un fornique a beneficencia,

No estaría mal
el Coliseo romano, el Luna Park de Buenos Aires o
el prostíbulo desesperado
donde alguien me prestará su cuerpo
y con amargos empujones
agonizaré plenamente. Total,
será una carta más que se pierde, un
sueño menos en la lista, como el invierno atroz
que a Carolina de Mónaco
le envié mi corazón envuelto en un periódico
a cambio de su fotografía.

¡Dios!
Cuándo ocurrió esto que soy ahora.  Cuántas veces,
en temibles hoteles, en negras bodegas
que cruzan el océano
me he visto arrancarme de la cama y
quejándome apenas
como para no mezclarme en el sueño de los otros
he llegado hasta un servicio higiénico
y al igual que cientos, miles de desgraciados
con gruesas lágrimas de miel de abeja, he comprobado
que fui feliz en el horóscopo de algún día,
en alguna parte.

Ángel, Ángel,
a esta altura del día o de la noche
ya no se quién eres,
Solo hay un vacío
una silueta de luz
de alguien que en este instante abandonó la pieza.





EUROPA




Me voy a Europa,
¿sabes?

Voy a recorrer sus desoladas plazas, a
perderme
entre su gente y su pasado,
que ya no veré
porque habrá niebla. A hundirme

entre sus espectáculos abandonados, tro-
pezando con naranjas chupadas, plátanos y
boletos consumidos
porque la función ha terminado. Y habrá
en el aire
un rumor a vacío, a noche
que se me aproxima definitivamente.

Me voy
porque ya es la hora, la justa hora
de contraer
en la mitad del mar
una obsesión, o una tos,
que no me abandone nunca.






Biografía apócrifa de Borges

 a María Esther Vázquez



Madre
apiádate de Borges
el enamorado. Cuídalo
que no resbale. Tu niño está preso
de la peor de las cegueras,
esa que permite ver la luz
del otro lado, de todo
lado.

Luz que no pudieron sospechar
y peor
tocar las palabras.

Ayúdalo a vencer
los oscuros temores
que heredamos en la sangre y
esos otros,
más profundos y terribles,
que se esconden entre las páginas
de los libros.

Madre
consuélalo por la fatiga,
por el insensato propósito
de renunciar a ser Borges, aquel
en cuyos brazos
jamás desfalleció la mujer amada.

Anúnciale
que los materiales de un poeta
son la humillación y la angustia.
La convicción inexorable
de un destino desdichado.

Recuérdale
que conocerá la gloria. A su alrededor
se levantará un universo, un mundo
embellecido por su álgebra y por su fuego,
una ciudad
querida y detestada.

Una ciudad
donde millones de seres
tomarán el ascensor o el subterráneo
pero con la certeza
de haber perdido su destino.

Una ciudad
donde existe la única mujer. La única.
Y ella no lo ama.







LA CASA DE LAS GHEISHAS VIEJAS


 


Geishas viejas
desdentadas

Muñecas de porcelana
trizada

Belleza hecha añicos contra la pared
de la vida
por la implacable mano del tiempo

Muñecas
que en su día
fueron las criaturas más hermosas de la tierra
y por cuyo arte
suspiraron en secreto
los príncipes y los imperios

Ahora
reían a carcajadas
con sus caras enharinadas

Reían
mostrando sin ningún pudor
los huecos de los dientes caídos

Reían
mientras por sus mejillas
rodaba el tizne de las pestañas
hasta mezclarse
con el rojo violento de los labios

Reían
mientras sus manos
abrían la bragueta de algún mozalbete
entregado
a cambio de una sopa
por el abuelo

Reían
mientras sorbían el semen
con la esperanza
de rejuvenecer
como flores de una prodigiosa
primavera

Sorbían
con la misma fruición que el viejo
sentado en un rincón de la cocina
chupaba la médula
del joven hueso de una paloma
imaginaria

Sorbían
hasta sentir
que el cerebro del muchacho
bajaba alegremente
por las cañerías del espinazo asombrado

Viejas gheishas
que eructaban con lascivia
el fin de la vida.






DOMÉNICA DEL PILAR AGUILAR KAROLYS
ISM International Academy
Con el cuento PRIMAVERA



Ganadora Concurso Interpretatio 2018